Actualmente,
es prácticamente imposible imaginarnos un mundo sin música, creemos que nos ha
acompañado desde siempre. Es más, forma parte de nosotros; nuestro propio
cuerpo. Gracias a nosotros mismos hemos podido descubrir la percusión
corporal y usar así nuestro
cuerpo como instrumento sonoro de percusión. Pensamos que la percusión poco a
poco se ha ido desarrollando con la ayuda de piedras, palos, etc.
A
continuación, hablaremos de lo más interesante; el primer instrumento sonoro
destinado para hacer música: la flauta de hueso. Fue encontrada en el año 2009
en Alemania y según los estudios realizados, dos de ellas; talladas sobre
cúbito de cisne, una tercera en marfil de mamut y la última, creada a partir de
huesos de buitre. Estas flautas son el instrumento más viejo encontrado. Los
primeros estudios revelaron una datación de 35 mil años, llevándonos así a la
época del Paleolítico Superior, pero un método distinto de datación reveló que
eran más antiguos. Cuando la encontraron, estaba partida en 12 trozos que se
reconstruyeron, sin embargo, la parte superior se mantuvo en perfectas
condiciones, además tiene 5 orificios y cortes en forma de “V” en uno de los
extremos que servían para solaparla. Como curiosidad hemos leído que incluso
informaron que el sonido que emitía podría resultar muy parecido a las flautas
actuales. Esto nos lleva a pensar que, en aquellos tiempos, las sociedades
establecían una gran importancia a la música, con lo que esto pudo permitir una
mejor cohesión social.
Tras todo este descubrimiento, seguimos
cuestionándonos preguntas tales como:
¿fue de manera accidental?
¿cómo fue desarrollándose?
¿qué cambios produjo en las
sociedades de la época?
…
Muchas
preguntas sin resolver que provocan en nosotros realizar indagaciones más
profundas en el tema. Esperamos que este blog os haya resultado tan interesante
como a nosotras y que os lleve a seguir profundizando en el tema como buenos
investigadores que somos.
Os
vamos a dejar el enlace de la noticia, rescatada del periódico “EL MUNDO”: http://www.elmundo.es/elmundo/2009/06/24/ciencia/1245859610.html
¡QUE LA MÚSICA NUNCA PARE DE SONAR!
Comentarios
Publicar un comentario